Quizá suponga
una variante tan alejada de este subgénero llamado “Whodunit” que algunos les
puedan hacer dudar de su pertenencia a este tipo de película. Pero esa variante
se percibe ya entrados en su último tercio. Prácticamente todo lo acontecido
hasta esa fase si obedece a los cánones característicos de las películas que
venimos mostrando en este ciclo.
Y es que esta
película está planteada es ese esquema de whodunit pero toma elementos de otras
fuentes e, incluso, otros géneros, con sus directores representativos a la
cabeza. Inicialmente es claramente un film de intriga, pero a lo largo de su
desarrollo tiene varias querencias al terror, tocando descaradamente el slasher
y llegando a hacer dudar al espectador sobre si quizá lo que está viendo es más
un thriller sobrenatural.
Ese
acercamiento al terror se hace más palpable en el tratamiento de los
asesinatos. No se caracteriza precisamente el whodunit por prestar demasiada
atención a éstos más allá que para extraer pistas en vista de poder resolver
quien es el culpable. Sin embargo, aquí hay un evidente y muy consciente tono estético en ellos, especialmente en relación a la truculencia de las muertos. Y
es que no se cortan en absoluto con el modo de producirse los crímenes o en como
son encontrados los cadáveres.
Pero más allá
de tratamientos estéticos, no hay duda de que la película bebe directamente de
la estructura clásica de las novelas de Agatha Christie. Incluso, en el
argumento también son diez los personajes encerrados como en el titulo de la
famosa escritora, “Diez negritos”. Pero también toma nota de la forma de
construir tramas de intriga de Hitchcock. De hecho, el motel, único escenario
de la historia, podría ser un homenaje al que Norman Bates regentaba en
“Psicosis”.
Pero todavía
hay un nuevo salto de género, o, al menos, de tipo de entrega allá por el
tercer acto. Quien no la haya visto (aunque es de 2003) que no siga leyendo
este párrafo. Pero en la fase final nos vamos al thriller psicológico. Aquello
de “nada de lo que estamos viendo está realmente ocurriendo salvo en la mente de
alguien”. Nos mete de lleno en un argumento ficticio donde los personajes son
meros avatares de las diferentes personalidades del psicópata que ni siquiera está
entre ellos, y en cuyo cerebro se está disputando una gran batalla de
“identidad”.
Es, por tanto,
una de esas películas de final sorpresa (aunque dicha sorpresa se dé de forma
más anticipada) que se volvieron a poner de moda a raíz de “El sexto sentido” (1999)
y Night Shyamalan tomó como una de sus señas de “identidad”. Muchos catalogan
esta clase de filmes como tramposos, precisamente acusación habitual sufrida por
otro representante, Brian De Palma, y del cual también se cogen elementos, por
ejemplo, si recordamos “En nombre de Caín”.
Pero el
encargado de llevar a cabo el proyecto fue James Mangold, que venia de tener
muy buenas críticas por títulos como “Inocencia interrumpida” y “Copland”. Y
que más recientemente se ocupó de devolverle el lustre a uno de los superhéroes
más carismáticos con “Lobezno inmortal” y sobre todo con “Logan”. En
“Identidad” consiguió un film entretenidísimo, con un excelente ritmo que
mantiene al espectador enganchado gracias a su narración ágil y al acertado
guión de Michael Clooney, trazado a modo de puzzle, y a una excelente puesta en
escena de la trama.
El reparto
estaba plagado de caras conocidas, pero por encima de todo intérpretes de mucho
oficio. Al frente, John Cusack, que, por entonces, ahora caído un poco en
desgracia, era un actor sobradamente reconocido. Ray Liotta, uno de esos
actores que nunca falla y siempre dan lustre. Amanda Peet, llamada a
convertirse en una gran estrella que no ha llegado a concretarse, aunque quizá
lo mereciera. La que si lo fue y aquí casi se interpreta paródicamente a si
misma es Rebecca de Mornay. Y otros secundarios como Alfred Molina o John C.
McGinley.
En general, la
película recibió buenas críticas y algunos premios en festivales como el
Saturn. Costó 28 millones de dólares y triplicó esa cantidad en taquilla hasta
los 90 millones. Por tanto, aunque no sea una película demasiado recordada, se
puede decir que gozó de cierto éxito.
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