jueves, 21 de septiembre de 2017

Escenas Míticas: Agentes Secretos - Kingsman




   Como llevo diciendo en anteriores títulos de este ciclo sobre agentes secretos, todo lo que se ha hecho tras la irrupción del personaje de James Bond en pantalla, todas estas películas son hijas del agente 007. Algunas reformulaciones han sido exitosas como la saga de “Misión imposible” o la de “Jason Bourne”. Sin embargo, Matthew Vaughn tenía una visión muy distinta.




   Al menos eso es lo que conversaban tomando unas copas en un bar él y su amigo Mark Millar, creador del comic en el que a la postre se basaría la película. Ambos colegas sostenían que el género de espionaje se había vuelto demasiado serio y que los intentos de cambiar el tono habían resultado infantiles y fallidos. Millar terminó convenciendo a Vaughn para que adaptara su comic.



   Para ello, tuvo que bajarse del proyecto de continuación de la precuela, dirigida por él mismo, de “X-Men, primera generación”, que finalmente dirigiría Brian Singer, en su regreso a la saga, en “X-Men, días del futuro pasado”. Por cierto, que Matthew Vaughn ya sonó como posible director para “Casino Royale”, la primera de la franquicia con Daniel Craig como Bond.



   Pero finalmente, se ocupó de la adaptación del comic de su amigo Mark Millar, escribiendo incluso el guión. Vaughn se marcó una película de agentes secretos, pero llena de comedia y humor negro. Para que no resultara una parodia a lo “Austin Power”, incluyó una más que generosa ración de violencia, que al más puro estilo de Tarantino.



   Digo marca de la casa atendiendo al repertorio de Vaughn. Si bien tiene una película de corte fantástico como “Stardust”, luego vinieron proyectos mucho más para adultos. La característica principal era esa mezcla de comedia-violencia cuyo binomio imperaba en “Crimen organizado” (no tanto), y, sobre todo, la primera parte de “Kick-ass” (divertidísima). La buena noticia es que esta vez sí va a ocuparse de la secuela de “Kinsgsman”.



   Esa gran cantidad de humor, el hecho de basarse en un servicio secreto también británico, se tomó como que hacia una parodia de la saga Bond. Sin embargo, la película tiene su propia identidad y cambiaba notablemente la estructura, haciéndola girar en torno a más personajes. Era un cocktail arriesgado, pero funcionó.



   El reparto era de aquí te espero. Colocaba a un actor muy joven como Taron Egerton (futura estrella), rodeado de un conjunto de grandes actores veteranos. Colin Firth (sorprendente su rol aquí), el siempre infalible Mark Strong, Michael Caine, Samuel L. Jackson (descacharrante villano), la bailarina metida a actriz Sofia Boutella, y hasta un cameo de Mark Hamill.




   El veredicto fue muy positivo. Buenas críticas y una taquilla de 415 millones de dólares, habiendo gastado 94. Un éxito total que, por supuesto, pedía a gritos una secuela que se estrena en estas fechas.
                Por cierto, y nos dejaba una de las secuencias más gamberras que un servidor haya visto en los últimos años, la masacre de la iglesia; antológica.

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