El estreno de una nueva secuela de esta reinvención de la saga de “Star Trek” que inició J.J. Abrams, me ha recordado uno de los ciclos dedicados a los viajes espaciales que hay en el blog y que está incompletos y que, como ya venimos haciendo durante éste año, hay que ir añadiendo títulos a ciclos ya iniciados anteriormente.
Esta vez le ha tocado a la adaptación de la novela de Carl
Sagan “Contact”. Un proyecto de esos que se tiran dando vueltas varios años por
distintos estudios de producción y directores. En este caso, Roland Joffé y,
sobretodo, George Miller, fueron propuestos antes de llegar a las manos de
Robert Zemeckis.
La valoración del film podemos analizarla desde dos puntos
de vista diferentes. Si lo vemos desde el plano estrictamente cinematográfico, la película es bastante interesante. Esta excelentemente narrada y tiene el
suficiente realismo para que podamos creérnosla. Y el tema de crear una máquina
para viajar a otro lugar del espacio con las instrucciones de montaje
proporcionados por los propios extraterrestres en un aliciente más que
suficiente.
Sin embargo, si la vemos como una adaptación, el veredicto
es muy distinto. Es lógico hacer cambios respecto al libro porque, como siempre
digo, el lenguaje cinematográfico y el literario son tremendamente diferentes y
utilizan vías diametralmente opuestas en muchos casos. Pero lo mínimo que se
debe exigir a una adaptación es que capte la idea general.
¿Lo consigue Zemeckis? Solo a medias. La idea está, pero el
alma no. Sagan pone especial énfasis en su libro en el conflicto de la
colaboración internacional para la construcción de la máquina y en la
repercusión social en todo el planeta. Y en la película está solo tocado de
puntillas. Además, hay cambios en el tratamiento de los personajes y, especialmente,
en la interacción entre si, demasiado acusados para pasarlo por alto.
Lo que si comparten novela y film es la sensación
insatisfactoria en el final. Cuando uno espera un paisaje espacial y la visión
de los extraterrestres, nos plantan una playa y al padre de la protagonista
para transmitir el mensaje en una escena más cercana de lo onírico que de la
propia ciencia-ficción.
Pero ya estaba allí Jodie Foster para realizar otra inmensa
interpretación de las suyas. Es una pena que esta actriz no se haya prodigado más
porque su talento es prodigioso. Aquí se presentaba ya con dos oscars bajo el
brazo y fue nominada por esta actuación. Por lo demás, también tenemos a
Matthew McConaguey, que no era el actor que hoy conocemos y el veterano Tom
Skerrit, cuyo personaje es injustamente maltratado en la película. Como padre
se escogió a David Morse.
La crítica trató muy positivamente y aun hoy esta
considerada una muy buena película. No obstante, aunque no fue un fracaso en
taquilla ya que no tuvo pérdidas, sus escasos 20 millones de beneficios no
hablan precisamente de un éxito.
Curiosidad: se pone mucho énfasis en la famosa frase de
Carl Sagan; "si no hay nada más en todo el universo, cuanto espacio
desaprovechado".
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