Esta
es una de esas películas que encaja la perfección en la
denominación de “título de culto”, pues está considerada una
de las mejores películas de los noventa, de hecho, cosechó
excelentes críticas profesionales. Hoy el público la recuerda como
una muy buena película. Sin embargo, en su estreno no fue muy
apoyada por él. Es más, costó 27 millones de dólares y esa es
justo la cantidad que consiguió en taquilla.
Normalmente
consideramos que esto supone un fracaso porque al presupuesto hay que
añadir los gastos de promoción y distribución pero en este caso
casi no hubo porque lo único que se considera es que simplemente
no tuvo beneficios. Lo extraño de su trama hizo que mucha parte de
los espectadores no terminara de entenderla y su acogida fuera muy
fría.
¿Cómo
encaja en el ciclo? Bueno, comienza con el protagonista despertando
sin recordar nada y siendo acusado de asesinato. Pero es que el
motivo de su amnesia es la clave para el interés de la historia. El
porqué de que no recuerde nada es el meollo de lo que está
ocurriendo en esta Dark City. Por cierto, que para el título de la
película también se manejaron “Dark World” y “Dark Empire”.
Lo de Dark estaba claro, parece ser.
Antes
de seguir, vamos a aclarar una serie de conclusiones acerca de tanto
las influencias de otras películas como de la influencia de “Dark City” para títulos posteriores. Se la ha relacionado con algunos
filmes que representan universos alternativos en sus tramas tales
como las lynchianas “Carretera perdida” y “Mulholland Drive”,
“Nivel 13”, “Virtuosity”, “Identidad” o “eXistenz”.
Bien, más allá de tener algún vínculo argumental, no hay ninguna
relación de ellas con “Dark City”.
Personalmente,
esa mezcla de géneros entre la ciencia ficción y el cine negro me
sugería como inspiración “Blade Runner”. Pero según su
director, Alex Proyas, aunque sí estuvo inspirado en el noir fue más
en relación a “El halcón maltés” de John Huston. Y luego en
directores tan dispares como Terry Gillian y su “Brazil”, Jean
Pierre Jeunet y “La Ciudad de los niños perdidos”, y Fritz Lang
con “Metrópolis”.
Pero
si hay una película que incluso se le acusó de plagiar a esta es a
“Matrix”. Pues no, es literalmente imposible por una cuestión de
fechas. Mientras la primera se estaba estrenando en 1998, la segunda
lo haría un año después, 1999, por lo que en el momento de su
estreno, su rodaje estaba concluido y se procedía a la
postproducción, qué fue muy larga. Quien sí reconoció su influencia
fue Christopher Nolan para “Origen”.
Proyas
tiene una filmografía muy corta pero interesante. Debutó con mi
adorada “El cuervo”, cuyo protagonista, Brandon Lee era el que
tenía pensado para su siguiente película, "Dark City”. Su
lamentable fallecimiento dio al traste con esa idea. Le siguió la
comedia musical “Días de garaje”, y después “Yo, robot”,
“Señales del futuro” y “Dioses de Egipto”, que fue un
desastre, desde el cual no ha vuelto a dirigir.
Sin
Brandon Lee, el papel principal fue para Rufus Sewell, a quien
acompañaba un muy buen reparto, formado por William Hurt, Jennifer
Connelly, Melissa George y un Kiefer Sutherland que interpretaba un
personaje con nombre de una figura real, Daniel P. Schreber, un
escritor alemán que describió sus propios delirios psicóticos en
su libro “Memoria de un enfermo de nervios”.
La
película puede tener múltiples interpretaciones pero la reconocida fascinación de Alex Proyas por la mitología griega apuntada a
dos teorías. Por un lado la alegoría de la Cueva de Platón, en
cuanto a que los habitantes de la ciudad desconocen ser prisioneros.
Y por otros emparentar a los Ocultos (mezcla de los Cenobitas de "Hellraiser" con el Riff Raff de "The Rocky horror picture show" como dioses que manipulan a los mortales.
No estuvo en grandes eventos de premios pero si triunfó en festivales más particulares, como los de ciencia ficción, terror y fantasía, más concretamente en los Saturn y los Hugo, donde se llevó varios galardones. Por cierto, hay una versión del director con diez minutos más y algunos cambios en el montaje.
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