Después
de la decepción de la cuarta temporada, que sin ser un desastre
bajaba mucho el nivel y me hacía pensar que quizá ya había agotado
la fórmula, resulta que no, que ha vuelto no solo a su mejor nivel
sino incluso al de la primera temporada. Además, es la que más tema
de denuncia
social tiene,
hablando claramente del maltrato y la violencia de género, al tiempo
que le mete una dentellada a la yugular a
la América profunda ultraconservadora. Eso si, se han pasado con el
porcentaje de personajes masculinos que son unos cretinos. Todo eso
sin perder ni un ápice de esencia Fargo. Es más, podrían haberla
firmado perfectamente los mismísimos hermanos Coen. También diría
que es posible que sea la temporada más violenta de toda la serie,
pero sin perder ese aroma de humor muy negro. Y mucha acción, que
hay algunos capítulos trepidantes y muy tensos. Vamos, que la serie
ha vuelto a lo que se espera de ella y está muy lejos de agotarse,
espero que haya más. Además, el reparto está que se sale. Juno
Temple está maravillosa, así como Jon Hamm y Jennifer Jason Leigh
no le van a la zaga. Eso si, ojo al personaje interpretado por Sam
Spruell, que es oro puro. 7’5.
A
priori no me resultaba muy interesante por dos razones. La primera
era el trío protagonista. Por separado nunca me han llamado la
atención. Ni Steve Martin, ni Selena Gómez (de la cual no había
visto absolutamente nada) ni, desde luego, Martin Short,
al que incluso tenía cierta manía. Sin embargo, resulta que juntos
tienen una química totalmente inesperada, hasta tal punto que ahora
no me imagino a otros en sus papeles ni mucho menos que faltara
alguno de ellos, es un trío indivisible. Pero es que además tienen
estrellas invitadas como Nathan Lane, Sting, Cara Delevigne, Michael
Rapaport, Paul Ruud o leyendas como Shirley McClaine y Meryl Streep.
La otra razón era que aunque me encantan las historias de asesinatos
a lo whodunit, que es lo que es, veía la trama tan limitada en
cuanto a que el escenario siempre es el edificio donde viven que
preveía que los casos podían ser muy repetitivos. Error, de nuevo,
porque se las apañan para que cada caso sea diferente y siempre
consigue
sorprender en su resolución.
Es más, le da una vuelta al subgénero, y además le aplica mucho
humor. Lleva tres temporadas y ya está aprobada la cuarta, que se
pueden consumir rápidamente porque es tan adictiva y la duración de
los episodios tan ajustada (media hora) que es perfecta para
maratones. Un tema importante, cada asesinato se resuelve dentro de
la temporada, aunque siempre termina con un cliffhanger que engancha
con el siguiente. 8.
Así
a lo tonto y sin hacer mucho ruido, lleva ya tres temporadas y la
cuarta ya está rodada. El título hace referencia al despectivo
apodo que se les da a los agentes del MI5 que han cometido algún
error grave y que son destinados a esa sección como castigo.
Comandada por un personajazo llamado Jackson Lamb. Interpretado por
un magnífico Gary Oldman que está en su salsa. Borracho, fumador
empedernido, no muy aseado, maleducado y tremendamente antipático.
Pero es un personaje impagable y todo gira en torno a él. Aunque el
resto del casting es muy acertado y están muy bien. Se basa en una
saga de novelas de espionaje escrita por Mick Herron que se titula La
Casa de la Ciénaga. La Ciénaga es donde trabajan los Caballos
Lentos. Y cada temporada corresponde a una de esas novelas así que
cada una
tiene su propia trama, la cual deja cerrada. Tiene bastantes más así
que hay material para seguir haciendo
temporadas.
Que se ven muy rápidamente porque constan de solo seis episodios y
prácticamente es como ver una película larga por partes. Serie muy
recomendable que está situada en la actualidad y es plenamente
moderna pero que tiene cierto aire al cine de espionaje de antes,
como el que hablaba de la Guerra Fría y demás. 7’5.
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