Llegamos
a la que personalmente considero la mejor película de David Lynch,
lo cual ya es decir mucho, posiblemente junto a “Terciopelo azul”,
quizá con la obra del director con la que más comparta esta
magnífica “Mulholland Drive”, posiblemente por transitar también
alrededor del neo noir, pero además por ser otro jeroglífico a
descifrar por el espectador paciente.
Pero
claro, ¿qué película de este cineasta no lo es? Incluso su “Twin Peaks”, una de las mejores series de los noventa y me atrevería a
decir de toda la televisión, cumple esa premisa. Y después vendría
la película precuela, “Twin Peaks, fuego camina conmigo”, otra
que juega en el terreno de “Terciopelo azul” y la que hoy
comentamos, que es “Carretera perdida”, y “Una historia
verdadera”.
Curiosamente
esta última es la más convencional, tanto que constituye una
rareza en la filmografía de Lynch. Porque él es un autor en toda
regla, al que le importa la taquilla cuatro pimientos y medio. No se
baja del burro de la fidelidad a su propio estilo. Algo que a muchos
incluso les irritan las excentricidades narrativas que consideran mero capricho de ganas de fastidiar.
David
Lynch siempre lo ha negado, el complicar el entendimiento de la trama
por gusto. Se defiende argumentando que él las concibe así en su
cabeza. Y creo que aquí llegó a su cima. No porque después no
tuviera más obras de nivel, ahí están “Inland Empire” y la
tercera temporada de “Twin Peaks”, pero es que son incluso más
inaccesibles con los anteriores títulos mencionados.
Aún
así, a mi parecer, y algunos les parecerá una temeridad esta
afirmación dado lo interpretable de su desenlace, se explica
bastante bien el final. Sí, es de esas de que todo es un sueño pero
con Lynch que aplica tanto a sus historias el recurso onírico,
psicológico e incluso surrealista, eso tampoco es decir demasiado. No
obstante, dentro de su complejidad narrativa, si ordenamos
mentalmente sus partes montadas de forma no lineal y ponemos atención
en unos cuantos detalles, claro está, en un segundo visionado, la
conclusión es bastante elocuente.
Por
supuesto, el cineasta no clarificó nada a la prensa y el público
pues descaradamente le divierte que cada uno saque su interpretación
de la película. La cuestión es que encajan nuestro ciclo porque una de las coprotagonistas sufre amnesia a causa de un accidente de
coche. Pero aparte hace un retrato del Hollywood más despiadado, lo
cual hizo que se la comparara con “Sunset Boulevard” de Willy
Wilder, curiosamente ambos títulos son una dirección de Los
Ángeles.
Lynch
no quería estrellas en su película y, de hecho, eligió sus
protagonistas solo por su fotografía, sin saber absolutamente nada
de su trabajo previo, y confirmando su elección mediante una
conversación con ellas en persona, basándose exclusivamente en su
instinto. Así es como llegaron Laura Elena Harring y Naomi Watts,
quien le llegaba la oportunidad cuando estaba a punto de abandonar su
sueño de ser actriz.
Sin
embargo, a partir de ese momento, sus carreras se relanzaron, sobre
todo la de Watts. Los acompañaron Justin Theroux (habitual de
Lynch), algunos veteranos como Robert Foster o Dan Hedaya, una vieja
gloria como Ann Miller y la joven Melissa George. En lo que respecta a
Naomi Watts personalmente considero que es su mejor interpretación a
pesar de ser prácticamente su debut en un largometraje. Luego
vendría su éxito con “The ring”, la confirmación con “King
Kong” de Peter Jackson y las nominaciones al Oscar por “21
gramos” y “Lo imposible”.
Originalmente,
sin embargo, no iba a ser una película sino el episodio piloto de una serie, por lo que Lynch lo presentó sin final con idea de poder desarrollarlo mejor en posteriores capítulos. Los productores no tragaron y le exigieron un final. El director no solo les dio eso sino que añadió una hora de metraje, llegando a las casi dos horas y media. Es más, inicialmente pensaba que fuera un spin off del personaje de Audrey Horne, interpretado por Sherilyn Fenn en "Twin Peaks". Tampoco coló.
La crítica, como siempre, estuvo dividida pero posteriormente se la consideró una de las mejores películas de su director, quien fue galardonado en Cannes y nominado en los Oscars. Costó 17 millones de dólares y recaudó 20. Lynch se la dedicó a Jennifer Syme, pareja de Keaunu Reeves, que murió en un accidente de tráfico cuando estaba embarazada y que había trabajado con él en "Carretera perdida".
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