FICHA
TÉCNICA
Título:
Última
noche en el Soho.
Dirección:
Edgar
Wright.
País:
Reino
Unido.
Año:
2021.
Duración:
118
min.
Género:
Thriller,
fantástico.
Interpretación:
Thomasin
McKenzie,
Anya
Taylor-Joy,
Matt
Smith,
Terence
Stamp,
Diana
Rigg,
Rita
Tushingham,
Synnove
Karlsen,
Joakim
Skarli,
Andrew
Bicknell,
Colin
Mace,
Michael
Ajao,
Will
Rogers,
Will
Rowlands.
Guion:
Krysty
Wilson-Cairns, Edgar Wright.
Producción:
Tim
Bevan, Eric
Fellner, Nira Park
Edgar
Wright.
Música:
Steven
Price.
Fotografía:
Chung
Chung-hoon.
Distribuidora:
Focus
Features.
CRÍTICA
SINOPSIS:
Una
joven estudiante de moda se traslada a Londres. Allí decide cambiar
la residencia por alquilar un pequeño apartamento de una casa
antigua. Desde la primera noche comienza a soñar con una aspirante a
cantante de los años sesenta.
LO
MEJOR: Va
a sonar a tópico, pero ya no se hacen películas como éstas. Es
que es literal porque es el tipo de thriller que se hacía en otra
época, y no precisamente los sesenta, donde está ambientada la
historia en gran parte, pero si en los setenta donde cineastas como
Brian de Palma o Darío Argento, cada uno a su manera aunque a veces
con referencias comunes, realizaban esos thrillers de asesinatos con
toques de terror pero sobre todo con mucho suspense. De hecho, la
película no está plenamente instalada en el género de terror pero
si lleva a cabo un recorrido de influencias de sus subgéneros, como
el giallo o el slasher (que prácticamente son ramas del mismo árbol)
pero también del terror sobrenatural. Ya digo, solo como
influencias. Porque el tronco es una trama eminentemente de intriga,
desprovista de la comedia que durante parte de la filmografía de su
director, Edgar Wright, ha sido predominante. Si ha aplicado, como en
su anterior película, “Baby Driver”, la gran presencia de la
música, con una amplia playlist de los éxitos de los sesenta. Es
más, podría considerarse que es un musical encubierto.
Personalmente no solo considero que un musical es cuando los
personajes cantan (cosa que aquí pasa en una ocasión) sino que
también lo es cuando la música es un elemento tan importante como
para ejercer como herramienta narrativa. Pero es que además,
visualmente es tremendamente atractiva, con una apabullante
recreación del Londres actual pero especialmente del sesentero.
Interpretación:
Tiene
dos
actrices muy jóvenes pero espectacularmente talentosas. Lo de Anya Taylor-Joy ya no sorprende, solo confirma lo que se venía viendo de unos
pocos años a esta parte, que es una gran actriz ya, ahora. Aquí
podemos verla bailar y cantar (con su propia voz), si eso no es
suficiente atractivo para ver la película, . . . Pero pensaba que el
protagonismo sería más paralelo y no, el mayor peso lo lleva
Thomasin McKenzie. Y es otra que lleva un camino por el estilo.
Acompañándolas tenemos dos veteranos, Terence Stamp y Diana Rigg
(la única mujer que se ha casado, en la ficción, con James Bond),
que recientemente recordarán por ser Olenna Tyrel en “Juego de
tronos”, y que nos dejó el año pasado, por lo que la película le
ha sido dedicada.
Escena
(SPOILERS!!): Me
parece una virguería como el director hace cohabitar en escena a las
dos protagonistas, jugando con el montaje, con los reflejos en los
espejos y con los cambios continuos entre Anya Taylor-Joy y Thomasin
McKenzie. Lo
que pretende, y consigue, es mucho más complejo de lo que parece.
Pero vamos a centrarnos en los dos grandes giros de la historia. No
voy a decir que son previsibles porque no sería ni justo ni verdad,
pero si uno los puede adelantar. No es un detalle negativo sino todo
lo contrario, siempre digo que se debe dar la posibilidad al
espectador de descubrir el engaño. Por eso, Edgar Wright, a través
del lenguaje cinematográfico nos va dando indicios. Como el cambio
de tono, tanto en fotografía como en puesta en escena más propia
del terror, en la entrada de Eloise (McKenzie) en la casa, lo que
anticipa su entrada a la oscuridad y quien reina en ella es el
personaje de Diana Rigg. Hay que recordar que le advierte a Eloise
que alguna de las chicas inquilinas del apartamento huyeron en mitad
de la noche. Se la podría considerar una justiciera vengativa de los
hombres que abusan de las mujeres. Hay una pista que ya nos avisa de
este aspecto. Cuando Eloise busca noticias en la hemeroteca sobre la
muerte de Sandy (Taylor-Joy), solo encuentra asesinatos y
desapariciones de hombres. Eso si, Wright se vale de una trampa para
despistarnos, mostrarnos la muerte de Sandy, lo cual no ocurrió. Lo
justifica como que es una muerte simbólica pero . . . en fin, trampa
es.
LO
PEOR: El
estilo de dirección elegido por Edgar Wright es totalmente definido
y autoconvencido pero maneja tantas influencias, tantos géneros,
tantos volantazos narrativos, que puede transmitir la sensación de
irregularidad, de altibajos. Personalmente creo que es algo
intencionado para mostrar la inestabilidad emocional y psicológica
de la protagonista.
REFERENCIAS:
El
tono onírico va muy en la línea de el Brian de Palma de “Vestida
para matar” o “Doble cuerpo”, sin que tenga que ver con esos
títulos. Y el tono de giallo es más el de Darío Argento que el de
Mario Bava o Lucio Fulci, como en “El pájaro de las plumas de
cristal”, por mencionar una.
CONCLUSIÓN: 7’5. Arriesgado thriller de intriga con influencia de varios subgéneros del terror, como el sobrenatural o el giallo, para dar lucimiento a dos actrices que aseguran futuro pero que ya son presente.
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