jueves, 6 de mayo de 2021

Escenas Míticas: Especial Psicópatas - Hannibal

 
 
 
     Diez años tardó en llevarse a efecto la ansiada secuela de “El silencio de los corderos”, y como suele pasar habitualmente cuando se la compara una película con una obra maestra, salió perdiendo y recibió opiniones mucho más negativas de lo que merecía tanto de público como de crítica profesional. Pero eso no quiere decir en absoluto que no sea una digna secuela que no tuviera calidad. Un fenómeno similar a lo ocurrido con la secuela de “Psicosis”. 
 
 

 
   Pero lo cierto es que su gestación se inició con diversos problemas. El más grave de ellos fue la retirada de Jonathan Denme, tras haber estado en conversaciones con el propio escritor de la novela “Hannibal”, Thomas Harris. Al parecer, el cineasta aseguraba que era una secuela demasiado violenta. Aunque hubo quién opinaba que Demme temía no poder alcanzar el nivel de la película original. De hecho, no lo volvió a lograr en el resto de su filmografía. Un par de años después dirigió “Philadelphia”, qué es muy buena pero lejos de ser una obra maestra.



   El caso es que el productor Dino de Laurentiis poseía los derechos de explotación del personaje de Hannibal Lecter desde que adquirió los de la novela “El Dragón Rojo “, también de Thomas y que la adaptaron como “Manhunter”. Y tras no intervenir y cederlos temporalmente para “El silencio de los corderos”, se le quedó una espina que quiso quitarse con esta secuela.
 
 
 
   Por lo que le ofreció el proyecto a Ridley Scott, que no solo no tenía ningún problema por la extrema violencia de la historia sino que suponía un aliciente para él. Estaba encantado de tener libertad con una calificación R. Hay que tener en cuenta que la película posee dos de las escenas más fuertes del cine comercial de las últimas décadas, como el “tripas dentro, tripas fuera” el inspector Pazzi o la cena “cerebral” del oficial del Departamento de Justicia, Paul Krendler.



   Analicemos la filmografía de Ridley Scott precisamente desde el 1991 que se estrenó “El silencio de los corderos”, en el cual Scott hacía lo propio con la exitosa “Thelma y Louise”. Sin embargo, sus tres siguientes títulos no fueron un fracaso pero tampoco un éxito, “1492, la conquista del paraíso”, “Tormenta blanca” y “ La teniente O’Neil”. No las considero malas ni mucho menos pero estaban por debajo de su nivel, que recuperó en la afamada “Gladiator” y la reconocida “Blackhawk derribado”.
 
 

    Por lo que, “Hannibal” podría consolidar esa recuperación comercial. Aunque inicialmente hizo el amago de rechazarla por una absurda confusión. Scott pensó que se le pedía hacer un biopic del general cartaginés Aníbal, lo cual consideraba demasiado cercano a su reciente “Gladiator”. Fue cuando Dino de Laurentiis le aclaró que se trataba de una secuela de “El silencio de los corderos”, que no se trataba de Aníbal sino de Hannibal Lecter.


 
   Pero entonces llegó el segundo gran abandono, el de Jodie Foster, que había asegurado en algunas entrevistas que  participaría pero la lectura de la novela y después del guion de David Mamet que después fue revisionado por Steven Zaillian la hizo cambiar de idea aduciendo que se había traicionado al personaje de Clarice Starling. Aunque se rumoreó que el problema era más bien el no llegar a un acuerdo económico. Más tarde, Foster aseguraba que fue por tema de agenda.
 
 
 
    La terna para sustituir a Jodie Foster fue amplia y de gran nivel. Optaron al papel Cate Blanchett, Angelina Jolie, Gillian Anderson, Helen Hunt, Hilary Swank y Julianne Moore. El propio Anthony Hopkins manifestó que le encantaría volver a trabajar con Moore después de haber coincidido en “Sobrevivir a Picasso”, y parece que su opinión fue tomada en cuenta. Personalmente me habría gustado ver a Swank en ese papel pero creo que Julianne Moore encarnó una magnífica Clarice, y no era nada fácil por la comparación con Foster.
 
 

   El reparto lo completaban Ray Liotta, Gary Oldman (su Mason Verger estaría más desarrollado en la serie “Hannibal”) Giancarlo Giannini y Francesca Neri. Lo que sí exigió Scott fue cambiar el final de la novela y Thomas Harris accedió. Scott consideraba que el tema de la atracción entre Lecter y Starling debía ser central pero tratado de forma implícita, nunca viéndolos como en un romance. Aunque hubo división en la crítica fue un éxito de taquilla. Costó 87 millones de dólares y recaudo 350.
 
 

 

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