jueves, 23 de febrero de 2017

Escenas Míticas: Terror oriental - Audition




   Sin duda, ésta es una película especial, que se le colocó el cartel “de culto” prácticamente desde su estreno. Aunque se la identifica como cine de terror, incluso incluyéndola en muchas listas de los títulos más terroríficos que se han filmado, “Audition” es una película inclasificable, extraña e incipientemente turbadora.




   En mi opinión, y muchos de los seguidores del director japonés la compartirán, es su mejor película. Fue la que le hizo famoso en occidente y supuso una avalancha de reacciones, positivas y negativas, entre público, crítica especializada y figuras del cine. Por ejemplo, personalidades del cine de terror tales como John Londis, Eli Roth o Rob Zombie, confesaron que les había costado sobremanera digerir la película.



   En cuanto a los críticos cinematográficos, en general, la trataron bien, algunos incluso elogiando notablemente la originalidad del film. Pero hubo reacciones verdaderamente enfurecidas, llegando a calificar a Miike como “el mal”. Fue censurada y más tarde retirada en Estados Unidos y en Europa, donde fue mejor acogida, también hizo que muchos se llevaran las manos a la cabeza.



   Basada en una novela de Ryu Murakami, que, en aquellos tiempos, era uno de los dos escritores más populares del país del sol naciente. El título hace referencia a un engañoso casting para una supuesta película que en realidad era un truco para que el protagonista encontrara una pareja de su agrado tras haberse quedado viudo.



   Por eso “Audition” es una película inicialmente normal, un drama lento de toque romántico en el que es cierto que siempre planea la sospecha pero que se ve con suma tranquilidad. Hasta que se convierte en otra película, en una de absoluto horror y de una forma tan abrupta que supone un auténtico shock para el espectador.



   Gran parte de la eficacia de la historia reside en la soberbia y, a la vez, estremecedora interpretación de Eihi Shiinaa, capaz de ofrecernos la más convincente inocencia de un ángel (muchas veces representados con un vestuario de blanco predominantemente) para llevarnos al descubrimiento de su verdadera personalidad que es la de una psicópata sádica y retorcida capaz de actos atroces.



   Los últimos 40 minutos son “made in Miike”, tan extraños, desconcertantes, impactantes, terroríficos e incomprensibles como solo este director sabe hacer. En algunos momentos recuerda al propio David Lynch. Lo que está claro es que, al terminar, el espectador, le haya gustado o no, le cuesta no tener los ojos como platos.



    Si algo no puede borrársele a uno de la retina y de la memoria es la secuencia de la tortura. Una autentica salvajada en la cual es difícil mantener la mirada. Llega a ser insoportable, y, aunque es cierto que gran parte del impacto es por la sorpresa, el nivel de impacto es incuestionable. A nadie se le olvidará ya el “kiri, kiri, kiri” que tararea la protagonista.

            Al parecer, se prepara remake americano para estrenar en 2019. Difícil lo tiene para igualar el original, pero veremos.

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