martes, 22 de abril de 2025

Escenas Míticas: Terrorismo - Estado de sitio

 


   Otra de esas películas que con el paso del tiempo ha sido mejor evaluada, aunque en este caso por un motivo muy concreto que hizo que se la catalogara como uno de esos títulos proféticos, lo cual pasaremos a explicar ahora. Porque en un principio tuvo críticas mixtas y tampoco tuvo muy buena acogida por parte del público. Y la acusación más generalizada fue que era muy exagerada, sobre todo en cuanto al número de víctimas.


   Tres años después se demostró que no solo no era exagerada sino que además se había quedado corta cuando el 11 de septiembre de 2001, dos aviones impactaron contra las Torres Gemelas, como consecuencia de un ataque terrorista perpetrado por Al Qaeda, dejando casi tres mil muertos. Entonces, “Estado de sitio” se convirtió en la película más alquilada, generando beneficios que no había tenido en su estreno.


   Porque había costado 70 millones pero apenas consiguió recuperar esa cantidad, que se fue hasta una recaudación de 116 tras su explotación en el mercado doméstico. Lo que son las cosas, el 11-S hizo que la película fuera medianamente rentable, o que al menos no perdiera dinero.


   Pero es que la propia película se inspirada en un atentado anterior, precisamente al World Trade Center, en 1993, cuando un grupo de terroristas financiados por Al Qaeda hizo estallar un camión con 680 kg de nitrato de amonio, con la intención de volar un depósito de gas de una de las torres y así derribarla, y que esta impactara con la otra, produciendo centenares de víctimas. Tal carambola no se dio y finalmente solo fueron seis.


   Lo cual probaba que ese objetivo llevaba varios años en la cabeza del terrorismo islámico y la película advertía de que podría haber un sistema de células independientes que podrían activarse en cualquier momento. No obstante, en lo que más pretendía incidir la película era en que posteriormente podría cambiar el modo de vida de los ciudadanos estadounidenses.



   Quizá en eso sí exageró porque planteaba la instauración de la Ley Marcial en su propio suelo, es decir, la imposición de un estado militar. No es lo que pasó tras el 11-S pero si se saltaron algunos derechos civiles con el objetivo de así poder encontrar a los culpables del atentado, como poder realizar cualquier escucha telefónica o acceder al correo electrónico y mensajes de cualquier ciudadano. Algo que se repitió tras el atentado de la Maratón de Boston en 2013.


   Y eso es de lo que realmente va la película, de plantear los límites de la libertad civil en una situación de crisis y hacer reflexionar sobre que sería capaz de elegir primero la gente cuando ven su vida amenazada, entre la libertad o la seguridad, aún a pesar de sacrificar su propia privacidad.


   Al frente del proyecto, un artesano muy efectivo pero quizá no debidamente como es Edward Zwick, especialista en películas de corte épico, como “Tiempos de gloria”, “Leyendas de pasión”, “El último samurái” o “Diamantes de sangre”. Que, por cierto, se empeñó en rodar en el mismo Nueva York la mayor parte de las escenas para que eso aportara mayor realismo.


   El reparto tenía nombres tan potentes como Denzel Washington (ya había trabajado con Zwick en “Tiempos de gloria” y “En honor a la verdad”. Annette Bening, aunque se había pensado inicialmente en Jodie Foster. Y Bruce Willis, que venía de ejercer de terrorista en “Chacal”, la cual no era su primera incursión en una trama de terrorismo, como ya sabemos de su saga de “La jungla de cristal”.


   Aquí hacía de villano pero de bandos de los teóricos buenos, interpretando una figura militar (fue instruido en el Pentágono para su forma de actuar) que se enfrenta a la del FBI, representada por Denzel Washington. Su duelo con Willis recuerda al que tuvo unos años antes, en 1995, con Gene Jackman en “Marea roja”.



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