martes, 15 de septiembre de 2015

Otra vuelta de tuerca


    
   Autor: Henry James. (Nueva York, 1843 - Londres, 1916). Publicación: 1898. Géneros: Terror, fantasia. Narrador, crítico y dramaturgo, Henry James es considerado como uno de los grandes maestros de la ficción moderna. Comenzó a publicar relatos y cuentos a la edad de 20 años. En “Otra Vuelta de Tuerca” los hechos nunca revelan el peligro esperado (rasgo propio del autor) que se va aplazando a través de una prosa serena, revelando sesgadamente los motivos y conductas de sus personajes, con diálogos y observaciones precisas y el empleo de narradores múltiples, técnica que siguió utilizando en sus últimas obras: Las alas de la paloma (1902), Los embajadores (1903) y La copa dorada (1904). Asimismo, la forma en que narra los procesos mentales de sus personajes, lo convierte en uno de los precursores indiscutibles del llamado "monólogo interior", anticipándose a maestros de la talla de James Joyce o William Faulkner.
   Sinopsis: La narración comienza con grupo de gente reunido para intercambiar historias de terror. Cuando finalizan los relatos, uno de los asistentes (una mujer) afirma conocer una historia terrible y espantosa, la más estremecedora de todas las que se han contado. En ella narra los incomprensibles sucesos que sufrió durante su trabajo como institutriz a cargo de dos niños sometidos a una influencia maléfica. Cuenta como, al de poco de su llegada, acontecen distintas apariciones sobrenaturales que llegan a trastornarla. Preocupada por la seguridad de los niños, investiga sobre los intenciones de esos fantasmas, descubriendo que éstos únicamente quieren a los niños, no obstante el desarrollo de los acontecimientos y la revelación de sucesos oscuros relacionados con el pasado de éstos y de su predecesora en el cargo, provocan que el lector dude en todo momento sobre la veracidad de lo que la protagonista está narrando. El título "Otra vuelta de tuerca” hace alusión a los sobrenatural, al contacto con unos seres que no son normales, como si la propia naturaleza hubiese dado una vuelta de tuerca para crear este tipo de seres o presencias, asimismo también podría aludir al hecho de que, a medida que se profundiza, o se dan vueltas sobre el relato, éste puede poseer varias interpretaciones, puesto que ofrece la posibilidad a cada uno de los lectores a dar siempre una vuelta de tuerca más, distinta a las anteriores y/o distinta de la de otros.
   Personajes: La institutriz: joven inglesa, bonita y encantadora (sin nombre en toda la obra), sin experiencia en el trabajo que se le ofrece y con un gran sentido de la responsabilidad. Miles: uno de los niños, 11 años, extraño. Aparentemente es un chico bastante sencillo, aunque a medida que avanza la novela se descubre que no es el caso. Le expulsaron del colegio por contar historias de fantasmas ya que creían que estaba loco y se aísla constantemente. Flora: Es una niña, 8 años, muy guapa, rubia, ojos azules muy educada, rozando la cursilería. Psicológicamente es inteligente e inocente, aunque tiene un fondo muy pícaro y avispado, que también se aparta de la gente aunque no tanto como su hermano. La Sra. Grose: Ama de llaves de la casa, bondadosa, cuyo servicio ejerce desde hace muchos años. Siente por los dos niños un extraordinario afecto. Miss Jessel: Es la fallecida institutriz que mantiene una amistad con Flora. Es joven y siempre va vestida de luto con un vestido negro. Peter Quint: Es el fallecido criado, amigo de Miles, pelirrojo, pálido y con bigote, siempre vestido elegantemente. En su día, mantuvo una relación turbia con la anterior institutriz de los niños, Miss Jessel. Quint es encontrado muerto en la carretera del pueblo antes de la llegada de la nueva institutriz.
   Citas: “Recuerdo el comienzo como una sucesión de vuelos y caídas, un pequeño vaivén entre las cuerdas precisas y las innecesarias. Antes de emprender el viaje, todavía en la ciudad, pasé un par de días muy malos, advertí que habían renacido todas mis dudas y llegué a convencerme de que había cometido un error”. “Contemplar la profundidad azul de los ojos de la niña y juzgar que su amabilidad no era sino una prueba de prematura astucia, me hubiera hecho sentirme culpable de cinismo, por lo que preferí abjurar de mi criterio y, en la medida de lo posible, de mi agitación”. “La aparición estaba muy cerca de la ventana y, al verme, se detuvo en seco y me miró exactamente como me había mirado desde la torre y desde el jardín. Me conocía tan bien como yo a él” “no se trata solo de seguir una historia, se trata de entender una historia; por tanto será el lector, no el relato en sí, quien decida cómo interpretar los hechos que pertenecen al relato”. Este es uno de los atractivos del libro, un final abierto que invita al lector a “encontrar por sí mismo el sentido del relato”. (Del prólogo)
   Lo mejor: Se trata de una novela extremadamente perturbadora, intrigante, y a veces asfixiante, con una temática de lo más actual a pesar de haber sido escrita en el año 1898. El talento del autor alcanza en esta novela su culminación, puesto que consigue que el lector no sólo pase miedo, sino que dude hasta de lo que acaba de leer, a la vez que admira la exquisita y brillante narrativa del autor. Llena de sutileza y originalidad, con ese ambiente de historia contada alrededor de un fuego, así como sus personajes, hacen que “Otra vuelta de tuerca” sea un una obra terrorífica y sin embargo, el lector pasará un rato magnífico con ella. Es una historia que atrapa de principio a fin. Toda la obra se caracteriza por su carácter ambiguo, en el que uno no puede estar seguro de nada, quien miente o quien no, si están locos o cuerdos y esta ambigüedad acompaña todo el relato llegando a un final desconcertante, en el cual cada lector puede interpretarlo según su opinión (hasta tal punto que ha provocado polémicas entre críticos de todo el mundo que no terminan en ponerse de acuerdo en cuanto a cuál es el auténtico final). Terror psicológico en estado puro, tan logrado que incluso provoca miedo. Esta novela tiene un gran valor narrativo y no tanto por la historia en sí, ya que las historias de fantasmas no son algo ajeno o sumamente original, sino por el modo en cómo está relatada. James, logra una proporción ideal entre lo que leemos y lo que imaginamos; entre lo que él nos cuenta y lo que nos sugiere, y en eso radica la clave.
   Lo peor: En mi opinión se trata de una obra excelente, no obstante (no es mi caso) y quizás por el momento en el que fue escrito, siglo XIX, puede hacer que muchos de vosotros penséis que puede resultar pesada de leer, con una prosa rebuscada o antigua, lo cual es completamente incierto. Asimismo, podría decirse que la vaguedad de la historia (nunca se sabe que es real y que no) se lleva a tal extremo que finalmente puede llegar a hastiar hasta el punto de que al lector poco le importa lo que pudiera pasar en realidad, ya que hay muchos vacíos de información, pero que son imprescindibles para mantener esa aurea de misterio que el autor quiere suscitar en el lector.
Conclusión: La novela discurre entre los géneros del thriller psicológico y la novela de terror, sugiriendo temas escabrosos tales como el abuso infantil, brindando una historia de inocencia y corrupción, y dejando en manos del lector las conclusiones finales, por lo que el libro se seguirá reescribiendo mientras haya un lector que se decida a bucear en sus páginas. Actualmente es considerada uno de los mejores de la historia de la literatura fantástica. Es una mezcla de visiones fantasmagóricas y acciones repletas de amor (respecto a la protección por parte de la institutriz de resguardar a unos niños, de las fauces crueles e ignominiosas de dos espíritus corruptos e insidiosos), pero que ofrece muchas más posibilidades, a través de lo que se dice y lo que no se dice. Esto se debe, sencillamente, a las múltiples interpretaciones que podemos hacer de ella. Y eso es lo que la convierte en una novela única de misterio y fantasmas. La ambigüedad es la clave de toda la lectura de la obra. No es, por tanto, un relato para niños, sino el relato de un mundo complejo de los niños: Miles y Flora, bondadosos, angelicales, pero que ocultan los fantasmas a la gente mayor, porque los aceptan: primero, los disimulan; y, luego, cuando se les pregunta, lo niegan. Por último, resaltar que prevalece la narración alternada con diálogos, y que carece prácticamente de descripciones.


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