Será que me gustan todas esas películas con aroma a leyenda urbana. En ésta se mezcla lo que es un ser que no sabemos muy bien que puede ser y de donde ha salido, un formato tipo "road movie" y una historia a lo "hombre del saco". El título alude a una canción conocida y la película tuvo un éxito respetable para el género que maneja.
La escena juega con el rollo de "El diablo sobre ruedas" o "Nunca juegues con extraños" en el que los protagonistas son acosados por alguien que va en un camión y cuya identidad y aspecto desconocemos. Y, desde luego, se intuye que no será la última vez que se encuentren con él.
La producción de la película manejaba un presupuesto bastante modesto y por ello los personajes principales son actores prácticamente desconocidos en el momento del estreno del film, Justin Long y Gina Phillips. Atentos a la "capilla sixtina" que tiene el villano montada en su guarida.
Hasta el momento, el tratamiento del argumento era similar al del "slasher" mezclado con el survival" al más puro estilo de "Leatherface" de "La matanza de Texas" o el "Jason Voorhees" de "Viernes 13". Eso si, con connotaciones de "road movie". Pero aquí empezamos a replantearnos las cosas.
Y aquí ya confirmamos que el malo de la peli no es un ser humano psicópata asesino. Bueno, psicópata asesino si, pero desde luego que humano no. Ya no porque resista repetidos atropellos del viejo coche de Long y Phillips sino por esa ala que despliega en un momento dado.
Por lo visto, cada veintitrés años tiene que alimentarse de carne humana durante veintitrés días, lo que potencia el tema de la leyenda urbana con el de "hombre del saco".
Para los medios de que disponía y el argumento típico de serie B, a Victor Salvo le quedó una película bastante digna, con un buen ritmo y muy entretenida. Tuvo una secuela que sin llegar al resultado de la presente no está mal.
Una película de terror muy buena. Es agradable ver que hay directores que con poco dinero y pocos medios sean capaces de hacer obras como esta. La secuela está bien, aunque no llega ni de lejos a la brillantez de esta.
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