sábado, 28 de junio de 2025

Microcríticas Express: Sly/Super-Man, la historia de Christopher Reeve

 




   Personalmente Sylvester Stallone me parece el mayor héroe de acción que yo haya visto en pantalla. La comparación con Arnold Schwarzenegger siempre me ha parecido absurda porque como artista no hay color. Stallone
ha escrito guiones, se ha puesto tras la cámara y cuando ha hecho algún papel más dramático, ha salvado el tipo. Incluso ha sido nominado al Oscar en dos ocasiones. Por no hablar que ha tenido éxitos de taquilla en todas las décadas de su ya dilatada filmografía. Y tiene dos de los personajes más icónicos de la historia del cine, Rocky Balboa y John Rambo. No obstante, aquí apenas se para en esa rivalidad, sino en todos los aspectos de su vida, tanto los personales, en los que se nos habla de su dura infancia, la relación con su padre o sus inicios como actor, como en los más puramente cinematográficos. Se ve cuanto hay de él en sus personajes, especialmente en esos antes mencionados y mucho más en particular con el de Rocky, figura a la que siempre se ha visto muy ligado. Porque aquí Sly se abre bastante a hablar de sus sentimientos, de como se ha sentido en cada fase de su carrera. Y nuevamente es curioso como esas sensaciones se emparentan con las de sus personajes, sobre todo los que ha escrito él, a los que ha incluido matices autobiográficos. Además, tenemos los comentarios de Quentin Tarantino, el propio Schwarzenegger y su compañera de reparto favorita, Thalia Shire. También es conveniente destacar que el documental está hecho con la aprobación de Sylvester Stallone y, por tanto, no es muy crítico con él. Por cierto, es conocida la razón de su característica expresión facial y que esta es producida por una parálisis, pero es impactante conocer la razón por la que la tiene. 7.


 
   Cuando eres niño es difícil separar al personaje del actor. Por tanto, para mí Christopher Reeve era Superman y punto. V
i tantas veces esa película que mis padres llegaron a preocuparse por mi obsesión por ella. Igual pensaban que me iba a poner una capa roja e intentar volar. No, yo sabía que el que podía volar era él, un tipo que se llamaba Clark Kent a veces y otras Superman, y que alguien me dijo que en realidad se llamaba Christopher Reeve. Y aunque con los años si aprendes a separarlos, esa imagen se te queda grabada. Por eso fue un shock verle en una silla de ruedas, sin poder moverse de cuello para abajo. No, al Hombre de Acero no podía pasarle eso. Sin embargo, nunca fue tan héroe como en ese momento, o más bien, en los diez años siguientes. A lo cual, veinte años después de su muerte, se hace un homenaje a su legado. Porque en esos diez años finales encarnó más que nunca lo que significaba esa S que un día llevó en el pecho, es decir, la que simbolizaba esperanza. A través de los testimonios de las personas más importantes de su familia y de actores y actrices como Glenn Close, Whoopi Goldberg, Susan Sarandon, Jeff Daniels y, sobre todo, su mejor amigo, Robin Williams, nos cuentan como fue esa lucha. Y tengo que decir que aunque he disfrutado con todo lo relativo a la película que le dio a la fama, no pensaba que el resto iba a ser tan duro, porque la historia es incluso más trágica de lo que la gente cree y no me da vergüenza reconocer que no he podido aguantar las lágrimas en varias ocasiones. Paradójicamente, lo he pasado muy mal, pero es necesario ver este documental. El de aquel que cuando le preguntaban que quien era, contestaba, un amigo. 8.

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