martes, 19 de noviembre de 2024

Escenas Míticas: Especial Péplum - Cleopatra

 


   Es curioso como siempre ha estado por detrás de títulos como “Ben-Hur” o “Espartaco”, a pesar de ser una de las películas más colosales de la historia del cine, que aunque fue mayoritariamente apoyada por la crítica, no lo hizo de forma unánime, pero que con el tiempo ha sido considerada merecidamente una obra maestra. También su fama de película maldita colaboró en estas cuestiones, gracias a los continuos problemas en el rodaje.




   De primeras, el director elegido, Rouben Mamoulian, fue despedido tras comenzar la película por considerar que estaba sobrepasado e incapaz de solucionar los problemas que se estaban presentando. Vamos que le venía grande. Lo cual llevó a elegir a un director más experimentado, Joseph L. Mankiewitz, en cuya filmografía figuran títulos como, antes y después de “Cleopatra”, “Eva al desnudo”, “La huella”, “Historias de Filadelfia”, “La condesa descalza” o “Julio César”.



   Aun así, Mankiewitz casi tampoco termina la película, pues el primer montaje, de más de cinco horas, no gustó a los productores, quienes le despidieron, contratando a Elmo Williams, cuyo montaje gustó incluso menos. Vuelta a llamar a Mankiewitz, que solicitaba lanzar la película en dos partes. Nueva negativa y orden de recortarla notablemente, concretamente hasta los 194 estrenados en salas. Aunque personalmente he visto esta vez, y a la que refiero aquí, es a la de 221.



   Esto en cuanto a los directores, en cuanto al rodaje, fue un auténtico infierno, repleta de constantes retrasos, aplazamientos, a causa del continuo aumento del presupuesto y de los problemas de salud de su estrella, Elizabeth Taylor, que contrajo neumonía a poco de empezar el rodaje y a quien se le tuvo que practicar una traqueotomía a vida o muerte.



   El presupuesto se fue hasta los 33 millones de dólares, y aunque terminó recuperando la inversión y recaudó 57, siendo la mejor taquilla de 1963, hizo temblar los cimientos de la todopoderosa Twentieth Century Fox amenazando con la quiebra. Uno de esos millones fue al bolsillo de Elizabeth Taylor. Uno no, llegaron a ser siete en total pues firmó una cláusula para llevarse un 10% de la recaudación de la película.



   Eso la situó como la actriz mejor pagada de Hollywood. Por lo visto, no estaba interesada en el papel y pidió una cifra desorbitada para que la descartaran. Para su sorpresa, se lo concedieron. Y eso que no había sido la primera opción. Antes se consideraron los nombres de Susan Hayward, Katherine Hepburn, Gina Lollobrigida o Sophia Loren. Cómo podéis ver, ninguna de ascendencia ni remotamente cercana a la egipcia.



   Digo esto porque me resulta casi cómico como hoy en día algunos se rasgan las vestiduras cuando el actor o actriz elegida no tiene la nacionalidad, raza, sexo o etnia que requiere el personaje. Como hemos podido ver con Halle Bailey en el live action de “La sirenita” o Scarlett Johansson en el de “Ghost in the shell”. Pero a nadie le importó que personajes históricos africanos como Cleopatra o Jesús de Nazaret fueran interpretados por anglosajones. O a Natalie Wood le oscurecieran la piel para hacerla pasar por puertorriqueña en “West side story”.



   Que no se me entienda mal. Elizabeth Taylor me parece una Cleopatra inolvidable y ahora es difícil imaginar a otra en el papel. Ya me había enamorado, sobre todo en “La gata sobre el tejado de zinc”, pero es que aquí desplegó su enorme magnetismo y su apabullante presencia en pantalla. Su participación aquí convirtió en la mayor estrella de Hollywood. Pero sorprendentemente no estuvo entre las nueve nominaciones al Oscar, de las cuales la película consiguió fotografía, vestuario, dirección artística y efectos especiales.



   En el reparto la acompañó Richard Burton, con quien mantuvo una aventura, lo cual supuso un gran escándalo pues ambos estaban casados. Posteriormente ellos mismos se casaron, manteniendo una relación de doce años, con dos bodas y dos divorcios de por medio. La actriz siempre ha considerado a Burton su gran amor, y eso que llegó a tener ocho maridos.



   Les acompañaron Rex Harrison, Roddy McDowall y Martin Landau. Todos encarnando los personajes descritos en el libro "The life and times of Cleopatra", de Carlo Mario Franzero, y en los textos de historiadores como Plutarco, Suetonio y Apiano. Que contaban como Cleopatra resistió al Imperio Romano y puso a sus pies al mismísimo Julio César.



   Se construyeron 79 decorados y se hicieron 26000 trajes. 65 de ellos para Elizabeth Taylor, incluyendo uno íntegramente de oro de 24 quilates. Quizá no guardaran demasiado rigor histórico pero atrajeron mucho al público. Como su maquillaje, que se convirtió en tendencia más tarde, en los años ochenta. Se especuló con una película sobre Cleopatra con Angelina Jolie en el personaje pero no llegó a a hacerse. Ahora pasa algo parecido con una con Gal Gadot como protagonista. 



domingo, 17 de noviembre de 2024

Gladiator II

 

   FICHA TÉCNICA

Título: Gladiator II.
Dirección: Ridley Scott.
País: Estados Unidos.
Año: 2024.
Duración: 148 min.
Género: Acción, aventuras, drama.
Interpretación: Paul Mescal, Fred Hechinger, Denzel Washington, Pedro Pascal, Connie Nielsen, Djimon Hounsou, Joseph Quinn, May Calamawy, Lior Raz, Derek Jacobi, Peter Mensah, Matt Lucas.
Guion: David Scarpa. Personajes: David Franzoni.
Producción: Lucy Fisher, Michael Pruss, Ridley Scott, Douglas Wick, Walter F. Parkes, Laurie MacDonald, David Franzoni.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: John Mathieson.
Distribuidora: Paramount Pictures.

   CRÍTICA

   SINOPSIS: Muchos años después de la muerte de Máximo en el Coliseo, un adulto Lucio vive lejos de su Roma natal, pero la conquista de su pueblo adoptivo por parte de los romanos, le obliga a volver y luchar como gladiador en la arena.

   LO MEJOR: Pulgar hacia arriba. Ridley Scott recuperó el péplum hace casi un cuarto de siglo, creando una estela de títulos posteriores de ese género, ninguno de ellos superando a su “Gladiator”. Pues bien, esta secuela tardía también es superior a todos ellos, por lo que el director británico puede decir bien alto que tiene los dos mejores péplum de las últimos tres décadas. Porque esta segunda parte, si bien no llega al nivel de la primera parte, si juega en la misma liga y se acerca mucho. Me tengo que quitar el sombrero con Ridley Scott. Hay directores que no llegan a ser capaces de sacar una sobreproducción de este calibre en toda su carrera, y aquí tenemos a este señor haciéndolas como churros, con la dificultad añadida de hacerlo a sus 86 años, lo cual no se nota en ningún momento. Vaya vigor en la dirección que despliega a su edad. Es que no parece que a ambas películas les separe la friolera de 24 años, todo lo contrario, parece que las hubiera hecho seguidas. No se me ocurre mejor director a la hora de rodar una batalla y es, sin duda, uno de los mejores a la hora de crear épica en pantalla. Los combates en el Coliseo tienen una potencia visual impresionante. Es pura espectáculo, puro entretenimiento. Pero es que además, a nivel de tramas se guarda algunos giros bastante sorprendentes. Y si, gracias a no ser demasiado fiel a los hechos. Ni falta que hace, esto nunca ha ido por el camino del biopic. Es la diferencia entre basarse e inspirarse en hechos reales. Es una película, se mezcla realidad y ficción. Merced a ello, Scott entregado una de las películas más disfrutables del año, sino la que más.

   Interpretación: El elenco es maravilloso y está maravilloso. Con un protagonismo más compartido. Es una diferencia notable respecto a la película de 2000, donde Russell Crowe era dueño y señor de la pantalla, y Joaquín Phoenix y Connie Nielsen estaban en un escalón inferior. Aquí Paul Mescal podemos decir que es el protagonista principal, que está francamente bien, por cierto. Pero aquí tanto Connie Nielsen (que repite), como Pedro Pascal y, sobre todo, Denzel Washington está muy cerca en relevancia. Además están los dos hermanos emperadores a modo de psicópatas a lo Calígula, Joseph Quinn y Fred Hechinger. Mucho mejor el primero. También recuperan brevemente a Derek Jacobi.

   Escenas (SPOILERS!!): Además de homenajear a la primera película con la repetición de algunos planos y frases icónicas, comienza con unos créditos iniciales a medio camino de la animación, con los highlights de la entrega anterior. La primera mitad tiene una estructura casi clavada a ella, incluso empezando con una gran batalla. Continuando con una serie de combates en la arena, a cual más espectacular, como el del mono, el del rinoceronte o el enfrentamiento naval en el Coliseo. Pero después, al borde del tercer acto, toma su propio camino con el juego del cambio de roles. Esto es, los que creíamos villanos principales, es decir, Acacius (Pascal) y los hermanos emperadores, Geta (Quinn) y Caracalla (Hechinger), cambian su papel. El primero ni siquiera lo es, y los segundos ceden ante el verdadero villano, y casi coprotagonista de la película, Macrino (Washington).

   LO PEOR: Lo coloco aquí para avisar a los fanáticos de la fidelidad histórica. Pero personalmente me importa entre cero y nada que se tome sus licencias. Es más, se lo aplaudo. Cuando quiera ver un documental me pongo el Canal Historia. Lo que sí es cierto es que el guion es inferior al de la primera, qué en cierto punto se vuelve muy loco y no tiene el tono shakespeariano de su predecesora.

   REFERENCIAS: Sigue muy claramente el esquema de “Gladiator”, después va más por el camino de títulos que también inspiraron a la primera, como “Espartaco” o “La caída del imperio romano”. Se especula que podría haber una tercera parte. Así sea.

   CONCLUSIÓN: 8. A pesar de la edad, un desatado Ridley Scott vuelve a regalarnos un vigoroso espectáculo épico de enorme entretenimiento que, si bien no llega al nivel de su antecesora, si merece un pulgar hacia arriba.




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