martes, 15 de julio de 2025

Escenas Míticas: Especial Superman - Superman III

 

   Dijo Christopher Reeve que Hollywood tiene una enfermedad que se llama secuelitis, tal vez decepcionado por los fracasos de sus intentos de salir de su encasillamiento como Superman, con papeles más dramáticos (recordemos que el actor procedía del mundo del teatro) y películas de géneros muy alejados del que le dio a conocer. Dijo una gran verdad que se extiende hasta la actualidad.




   De hecho, ahora es incluso más palpable el dominio de las franquicias, la dictadura de la secuelas, reboot y remakes contra el producto nuevo y original. Una enfermedad de la que el gran responsable no es otro que el propio público que responde en taquilla. Así se sentía Reeve, atrapado en el personaje, pues se vio obligado a aceptar ponerse otra vez la capa roja, a pesar de las reservas que tenía sobre el guion.



   Porque ante su negativa inicial habían sondeado otros actores para sustituirlo, como John Travolta, Kurt Russell o Jeff Bridges. Situación que no le hacía gracia al director, Richard Lester, que convenció a Christopher Reeve para que volviera. Ayudó bastante a asegurarle que sería el actor mejor pagado del reparto, por primera vez, por cierto, pues en las dos anteriores entregas había estado muy por detrás de Marlon Brando o Gene Hackman, a pesar de ser él el protagonista.



   Y sí, repitió Richard Lester en la dirección, que si ya había admitido en “Superman II” lo que Richard Donner había rechazado y, en parte, fue motivo de su despido, el tono cómico, aquí directamente ya era casi enteramente una comedia. Sólo hay que ver el cartel de la película y el hecho de contratar a un humorista, un actor claramente de comedia, para uno de los papeles principales.



   Ese actor no era otro Richard, Pryor, que se había hecho popular como pareja humorística de Gene Wilder en películas como “El expreso de Chicago” o “Locos de remate”. Les acompañaba en el reparto Robert Vaugh, como villano inventado del que no hay ni rastro en los cómics, que venía a sustituir a Gene Hackman como una variante de Lex Luthor, qué es la única película de la saga en la que no sale.



   En el capítulo femenino, Margot Kidder fue castigada por sus comentarios críticos con los productores por el despido de Richard Donner, reduciendo su tiempo en pantalla hasta solo cinco minutos y doce líneas de diálogo. En su rol fue sustituida por Annette O’Toole, la que luego fuera la Beverly adulta del “It” televisivo, como Lana Lang, antigua crush del Clark Kent adolescente.



   Años más tarde, Annette O’Toole haría de madre adoptiva de Clark en la serie “Smalville”. Hay que decir que en la única escena que comparte con Margot Kidder, la hizo palidecer con su belleza. Incluso me da la impresión, y esto es mi opinión personal, que esa escena está intencionadamente iluminada y las actrices maquilladas para hacer lucir a O’Toole sobre Kidder. Quizá era parte del castigo.



   El guion de la película era un completo desvarío. Y eso que la idea inicial era interesante, girando en torno al enfrentamiento de Superman contra su alter ego malvado. Es más, iba a titularse “Superman vs Superman”, pero una demanda de los responsables de “Kramer contra Kramer” les hizo replanteárselo. Aunque la idea de los dos Supermanes permaneció como parte de la trama.



   También había intención de que el villano fuera uno de los más importantes en los cómics, Brainiac. Y que también apareciera Supergirl. Pero el primero supondría una mayor inversión en efectos especiales y, por tanto, elevar el presupuesto. Y a Supergirl preferían reservarla para una película en solitario como spin off, lo cual se hizo justo un año después, no con demasiado éxito.



   Hubo también un argumento muy loco en el que Superman viajaba en el tiempo a la Edad Media, pero esa es otra historia. La cuestión es que la película que finalmente salió tuvo, en general, críticas negativas, acusándola de ser excesivamente cómica, y en taquilla la recaudación fue muy inferior a sus predecesoras, en torno a 80 millones de dólares, habiendo gastado 39 al hacerla. Hubo otra secuela, “Superman IV, en busca de la paz” qué fue todavía peor y que ni siquiera traeremos aquí.


   En su afán de conseguir dinero para la película, permitieron que marcas como Marlboro, Pepsi o Atari aparecieran por todas partes. Atari diseñó además el videojuego para matar a Superman con misiles. 

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