viernes, 13 de junio de 2025

El cuento de la criada

 


   Posiblemente, June Osborne sea el mayor icono de empoderamiento femenino que haya dado la televisión, pues en la serie lo han llevado mucho más allá de lo que era en la novela de Margaret Atwood, cuya adaptación solo correspondía a la primera temporada. En las otras cinco los guionistas han volado solos haciendo algo más grande. Y aunque considero que se podría haber hecho con bastantes menos de sus 66 episodios, es verdad que ha tenido un muy digno final en aspectos de los que ha hecho gala en toda la serie; la épica, la tragedia y el drama.


   BENDITO SEA EL FRUTO

   Aunque no siempre estuve cómodo en este barco, del que confieso que estuve a punto de bajarme en un par de ocasiones. A veces parecía que la historia iba en círculos, sin querer evolucionar narrativa y argumentalmente, como alargándose deliberadamente. Y eso teniendo en cuenta lo difícil que era de ver, cayendo demasiado en lo que podría considerarse pornografía del sufrimiento. Demasiadas mutilaciones, violaciones y ejecuciones podían suponer una tortura para el espectador, que necesita alguna retribución anímica a tantos hechos negativos. Es verdad que cuando esta se daba, era muy contundente pero se producía muy de vez en cuando.


   EL SEÑOR PERMITA QUE MADURE

   No obstante, no es menos cierto que ese mismo aspecto apoyaba más todavía la potencia del mensaje, la fuerza de la historia, concebida no para disfrutarla sino para sufrirla. Tomando el riesgo de que hubiera quien no la aguantara. El espectador debía pasarlo tan mal como los personajes, frustrándose con los fallidos rescates y huidas, indignándose con las injusticias y así empatizando con su protagonista hasta elevarla como un símbolo de la rebelión, la libertad y del feminismo. Y también como mártir. Curiosamente, me he tirado toda la serie blasfemando.


   CON SU MIRADA

   Una distopía que da miedo de verdad, más cuando actualmente vemos como surgen líderes de movimientos cada vez más extremistas. Inicialmente me parecía que el argumento era imposible que pasara en la realidad. Que el resto del planeta no permitiría que un país del primer mundo cayera en una dictadura religiosa convirtiendo a sus exiliados en refugiados de países a los que hoy se consideran inferiores. Pero que tontería, si estamos viendo actualmente genocidios ante los cuales la mayoría de los países están mirando hacia otro lado. Si las prácticas ficticias a las mujeres en Gilead, son reales desde hace mucho tiempo en muchos lugares y nadie hace nada.


   ALABADO SEA

   No sólo ha vivido de un mensaje la serie. Tiene aspectos tan destacados como su apabullante fotografía, llena de simbología en sus colores. De interpretaciones magníficas, con una implicación total de su protagonista, Elisabeth Moss, que ha ido más allá de su actuación, en el que es sin duda el personaje de su vida, v que le ha proporcionado numerosos premios pero también cierto encasillamiento (papel similar en “El hombre invisible”), que ha ejercido también en la producción y la dirección de muchos episodios. Aunque su arco se ha visto enriquecido por la interacción con el personaje de Serena y la interpretación maravillosa de Yvonne Strahovski. Ambos han sido el corazón de la historia. Alabadas sean.

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