domingo, 14 de enero de 2018

Detroit



   FICHA TÉCNICA

Película: Detroit.
Dirección: Kathryn Bigelow.
País: Estados Unidos.
Año: 2017.
Duración: 143 min.
Género: Drama, policíaco.
Interpretación: John Boyega, Algee Smith, Will Poulter, Jack Reynor, Ben O'Toole, Hannah Murray, Anthony Mackie, Jacob Latimore, Jason Mitchell, Kaitlyn Dever, John Krasinski, Darren Goldstein, Jeremy Strong, Chris Chalk, Laz Alonso, Leon G. Thomas III, Malcolm David Kelley, Joseph David-Jones, Joseph David-Jones, Ephraim Sykes, Samira Wiley, Peyton 'Alex' Smith, Laz Alonso, Austin Hebert.
Guión: Mark Boal.
Producción: Kathryn Bigelow, Mark Boal, Matthew Budman, Megan Ellison, Colin Wilson.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Distribuidora: Annapurna Pictures.

   CRÍTICA

   SINOPSIS: En 1967, tras una redada en un pub, se originó una revuelta civil de la población negra de Detroit que declaró la guerra a la policía de la ciudad. En ese clima de extrema violencia, las fuerzas de seguridad entraron en un motel para atrapar a un supuesto francotirador. Lo que ocurrió esa noche es uno de los sucesos más negros de la historia moderna americana.
   LO MEJOR: Kathryn Bigelow, sin desmerecer su etapa anterior, más marcadamente de estética comercial con títulos como “Los viajeros de la noche”, “Le llaman Bodhi” o “Días extraños” (en la cual, vaya por dios, mataban a un líder negro unos policías corruptos), para evolucionar notablemente como directora de filmes mucho más comprometidos y de mucha más profundidad. Se ha convertido en una cineasta de los que hay que atender a cualquier cosa que haga. Sus últimas tres películas, incluida ésta, presumen de nervio, mucho músculo, de vibrantes y particularmente intensas. Tienen pulso, ritmo y manejan los tempos excepcionalmente. Es posible que “Detroit” sea en la que más elaboradas y conseguidas están esas virtudes, haciendo gala Bigelow nuevamente de una magnifica exposición narrativa dividida claramente en tres fases. En la primera donde nos pone en situación en el contexto histórico y social, en el clima de violencia y en todo el caldo de cultivo que había en 1967 para que se desarrollaran los hechos, ya en el segundo acto. Este segmento, donde se dan los abusos policiales, es de una tensión brutal, asfixiante, claustrofóbica, que corta la respiración de puro suspense. En el tercer acto, se dan las consecuencias, es posiblemente el menos brillante, aunque se agradece el descanso. La cámara al hombro nos ha acompañado durante todo el proceso, una de las técnicas características de la directora. Además de una labor de montaje soberbia, casi prodigiosa. Pero tampoco pienso que la película sea de denuncia racial (los abusos no se muestran como si fueran generalizados, aunque no esconde un sector policial muy racista) aunque no creo que sea casualidad el momento del film en pleno mandato de un presidente con tendencias racistas como Donald Trump.
   Interpretación: No hay protagonistas absolutos sino el de un reparto coral de secundarios a un nivel excelente todos, pero todos. Atención a las participaciones de John Boyega (algunos dicen que el próximo Denzel Washington, habrá que verlo) y Anthony Mackie, muy alejados de sus respectivos papeles en las sagas de “Star Wars” y “Los vengadores”. Están excelentes. Muy interesante la actuación de un desconocido (al menos para mí) Algee Smith. Pero la gran sorpresa es la interpretación de Will Poulter ("El corredor del laberinto”). Su personaje es odioso, en gran parte gracias a la extraordinaria labor del actor. Si a alguien le suena la chica es Hanna Murray y aparece en la serie “Juego de tronos”.
   Escena (spoiler): En la primera parte hay dos hechos que ponen en antecedentes la situación ultraviolenta en la que estaba la ciudad, la redada del pub y la persecución a pie con disparo por la espalda a un chico negro incluido. Lo de la segunda parte donde se centra la película es apoteósico. Todo comienza con la estupidez de la pistola de juguete. A partir de ahí comienza el infierno para los que están en el motel. Nada más llegar matan a sangre fría uno. Luego comienza el festival de maltratos. El juego de hacer como que matan a sospechosos para hacerlo confesar. A uno de ellos le matan de verdad, casi por malentendido. La escena con Anthony Mackie es muy intensa. Y las de las chicas, cuando le rasgan el vestido a una de ellas y de no ser por el de la Guardia Nacional, de la impresión que podría haber pasado mucho más. Luego viene la parte de los interrogatorios, especialmente el de John Boyega. Y el juicio.
   LO PEOR: Te va a sacar de quicio. A medida que van pasando los minutos, la indignación va creciendo exponencialmente. No, no es un fallo, es justamente lo que pretende. Bigelow pasa olímpicamente de los paños calientes y suelta su discurso tal cual, sin suavizarlo de ninguna manera. Por otra parte, el tercer acto pasa un poco de puntillas por la fase de interrogatorios y el juicio. También se entiende pues podría haberse ido a las tres horas.
   CITAS: “Ser negro es como tener una pistola apuntándote a la cara”. “Voy a suponer que son todos delincuentes. Porque, para hablar con franqueza, probablemente lo sean”. “No hay ningún arma en todo el motel salvo las que trajeron esos policías”. “Quiero que sobrevivas a esta noche”. “Cuesta creer que esto ocurra en Estados Unidos. Pero ocurre, en Detroit, la quinta ciudad más importante del país”.
   REFERENCIAS: Es la Kathryn Bigelow de “En tierra hostil” y “La noche más oscura”. Y cuidado porque puede que “Detroit” sea incluso mejor que ambas. Aunque pueda parecer que va en la línea de denuncia social de “Malcolm X”, me ha recordado más “Dark blue”, con Kurt Russell, encuadrada en los disturbios de los Ángeles en 1992, también de componente racial, a raíz del caso de Rodney King.
   CONCLUSIÓN: 8’5. Muy probablemente una de las tres mejores películas de 2017 y que lamentablemente ha sido ignorada por premios y público. Incomprensible.



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